NAVIDAD CUESTA ARRIBA…

Hoy es 3 de diciembre, ha llegado el mes más hermoso del año, así decíamos en otros tiempos que parecen ahora tan lejanos; ha llegado diciembre, sí, porque el tiempo es indetenible, los días trascurren con prisa y ahora con espanto, diríamos que inflacionariamente. Ha llegado diciembre y ya no es verde, rojo y blanco, no huele a pinos, ni a manzana con canela, no se escucha el jo jo jo, no sabe a ponche crema, ni nos reúne en torno a las hojas de hallacas, guisos y pabilo que alborotan la mesa.

El arbolito se asoma triste y casi que con vergüenza, pensativo se ha quedado al pie de la escalera, va retrasado, debió estar en su lugar de siempre antes de la feria, pero llega tarde a esta cita, esta inerme, sin ese gran significado que tiene desde que era niña, esta  como si en el closet siguiera; apagado, sin adornos, sin canto…  Te animan los niños de la casa en su inocencia cuando preguntan cuándo lo vas a poner en su lugar y la abuela que también se alegra; pero cada bambalina te pesa como piedra, y las luces titilan con nublada tristeza, a través de tus ojos que se cargan de lágrimas por dolorosas ausencias. Los hijos que se han marchado en busca  de oportunidades que el país les niega, los que se han ido al cielo en nombre de la libertad que se anhela, los que se encuentran presos entre barrotes de tiranía y gran vileza, los que mueren de hambre porque la miseria arrecia, los que su alma se muere por demasiada tristeza. Las casas vacías con habitaciones que se cierran, paredes que se desconchan de desolación y pena; la casa pesa mil toneladas de desánimo incitado, nos tragan la alegría de las fiestas, solo hay dolor por estas calles de Venezuela.

Te cuestionas el adornar con velas, guirnaldas y hermosas telas, quieres esconderlo todo por los que ya cerca de ti sufren tristezas…

Son tiempos de restricciones, de pérdidas laborales, comerciales, empresariales, diciembre ha llegado en tiempos de economía de guerra, de cuidar lo poco que queda, de administrar con extrema conciencia, de compartir con aquellos que ya nada les queda.

Nos tragan la vida, nos quitan la alegría, quieren arrebatarnos el último suspiro de esperanza que nos queda, nuestro corazón late, y el ritmo de las gaitas va acompasado de melancolías, añoranzas y tristeza, de recuerdos de otros tiempos donde la llegada de este mes significaba alegría, compartir, regalar, reír, brindar ponche crema, servir una hallaca a todo el que llegaba al hogar adornado con tradición, esperanza y entrega.

Esta Navidad será diferente, la viviremos desde nuestro corazón, allí la maldad no puede entrar, no nos quitaran esa esperanza que aún nos queda, la caridad y la bondad serán nuestras guirnaldas, nuestros adornos navideños;  la viviremos intensamente, eso si que es seguro, porque tenemos movidas todas las fibras de nuestro ser, el sufrimiento ajeno conmueve tanto que duele y solo podemos aliviarlo entregando lo mejor de nosotros…


Es una prueba, un aprendizaje, Dios con nosotros! 

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