APRENDIENDO A NECESITAR MENOS


La decencia es un valor que se te graba en el alma, que se te enseña desde que eres niño y que conforme tu personalidad se va forjando, ese valor se va afianzando y va guiando tus pasos por el camino del bien; es ese ángel bueno, ese Pepe Grillo que actúa como la  voz de tu   conciencia, que te señala lo bueno y lo malo, que te dice - no hagas eso, no es correcto-. La voz de la decencia nos avisa cuando  la indecencia aparece en nuestro camino y en nuestro libre albedrío, decidimos, si caemos en la tentación o pasamos de largo.

Muchas veces en mi camino, sobre todo por la profesión a la que me dedico, apareció la indecencia con ganas de provocarme, siempre venia con sonrisas, con halagos, empalagosa pues!!!  en eso es experta, pero me gane la fama de incorruptible, de “ella es muy arrecha”, etc. Y así paso el tiempo, no me hice rica, pero duermo tranquila, puedo mirar de frente y andar con mi cabeza en alto, esa es mi mayor riqueza, jamas me despojaran de ella.

En estos tiempos que corren en la Venezuela que fue un País para querer, este valor quiere ser  desplazado, orillado, anulado, algunos han caído en la tentación y otros han preferido desaparecer de este plano físico para no sucumbir, otros  se van y otros se quedan,  resistiendo y eso, en estos momentos tiene varias connotaciones: ser ignorado, anulado, empobrecido, desmejorado, etc. La decencia es desplazada por los que hacen negocios con la miseria, los que contribuyen a ella, los corruptos. Siempre ha habido gente mala, pero no siempre la gente mala alcanza estos niveles de poder. Hasta aquellas familias con dinero de cuna, fruto del trabajo honesto de sus ancestros, hoy sufren por esta vorágine, por este espiral hacia abajo que se traga lo bueno hundiéndolo en el subsuelo. Esa gente de bien, que hizo fortuna, que construyo empresas, que dio trabajo, hoy también se ve desplazada, rica en bienes inmuebles que pierden valor porque no hay mercado, pobre en liquidez monetaria y por ende, pasando penurias, a menos que vayan “quemando sus naves” para poder sobrevivir. Esa clase, ha sido desplazada hacia abajo y hoy ven con terror como también se empobrecen.

Los que se han hecho más s ricos en estos tiempos, gran parte de ellos sin educación, sin moral, sin valores, viven en su burbuja de guardespaldas, de aviones, de dolares mal habidos, de fiestas, hacen sus mercados quincenales o mensuales en las islas por ejemplo, no patean la calle, andan en vehículos blindados con vidrios oscuros porque no quieren que los vean, y tampoco ellos quieren  ver hacia afuera, poco les importa el deterioro urbano, porque en su bunker hay de todo; no les afecta la decadencia ni la falta de efectivo, sus transacciones financieras son de otro nivel. Si tienen hijos, quizás les preocupe que se quede sin profesores el colegio al que asisten o quizás no, porque la educación poco les importa, se sienten reyes en medio de la mediocridad.

Dejaremos que la decencia sea desplazada? NO, aun cuando ahora mismo no podamos hacer mucho, aun cuando sintamos que es como arar en el mar, no dejemos de practicarla, de alimentarla, de propagarla, de sembrarla.

En estos días, nos hemos tenido que ir adaptando a dejar de tener algunas cosas que ya se nos hacen imposibles, la hiperinflación nos alcanzo, pero gracias a Dios la indecencia no. Cambiar hábitos de siempre para resistir el embate, cosas tan banales como perfumarte, por ejemplo, y es que al venezolano siempre le gusto, nos criaron prefumándonos con esas colonias de bebe, con esas cremitas para nuestro cuerpo; lo hacía  la mamá  obrera, la mamá  profesional, la mamá  pudiente, todos teníamos acceso a cosméticos, productos de aseo personal, perfumes, más caros, menos caros, etc… Así pasa con todo, con nuestros gustos, diversiones como ir al cine todas las semanas, salir a comer en familia los fines de semana, irnos de paseo cada tanto, a la playa o a la montaña, viajar al exterior una o dos veces al año, cambiar de carro cada 5 años por lo menos, y lo peor y mas angustioso, cambiar los hábitos alimenticios.

Agradezco a Dios infinitamente haber sido criada por una mujer extraordinaria y un padre, que aunque creció en abundancia, era extremadamente humilde de corazón, bondadoso sin limites. Mi madre, es una mujer con un espíritu indomable, fuerte como una roca, es una “niña de la guerra” así la catalogan en el programa de asistencia que recibe de España; tiene 83 años y sigue siendo nuestro pilar. Son pocos lo que ya quedan, siempre comenta cada vez que va a dar Fe de Vida, que son menos…, pero ella sigue aquí para felicidad de nosotros. Es una mujer sin adornos, demasiado franca, donde pone el ojo pone la bala, de una intuición que asusta, totalmente desprendida de lo material y gracias a ser como es y de criarnos como lo hizo, con austeridad aun en tiempos de abundancia, es que nosotros hoy resistimos este fuerte embate, esta tormenta destructiva que arrasa el país. Siempre nos decía “lo material va y viene, hoy estas arriba y mañana abajo y hay que saber vivir en ambas circunstancias”.
Son tiempos de buscar recursos de resistencia hacia lo interior, de crecer espiritualmente, de ser solidarios, de cuidar lo que se tiene, de compartir lo que se puede, de dar aliento a los que lo necesitan, de orientar, de enseñar. Justo en estos últimos días me ha tocado aconsenjar sobre la comida, como hacerla nutritiva, sabrosa y menos costosa…, orientar a como cambiar el menú…vivimos en una economía de guerra, no una guerra económica como se empeñan en decir los que han ocasionado esta tormenta.

Esta sensación de haber tenido acceso a todo y ya no poder es muy fuerte. Es un ejercicio de desprendimiento obligado, un aprendizaje doloroso, una perdida diaria… te vienes a menos materialmente, pero te vas a mas espiritualmente, te fortaleces; no todos los logran, es verdad, de ahí la importancia de mantener viva nuestra esencia.
Un día mi mamá , que ama este país como nadie, me dijo  llorando “es que a mi Venezuela me lo dio todo”, y yo con todo mi dolor le conteste “pero a mi me lo esta quitado todo”. Cómo es posible que hablemos del mismo país, madre e hija, inmigrante y natural, con percepciones contradictorias…, ella aun tiene esperanza, es increíble su Fe yo necesito que me amamante de ella, necesito que me alimente de nuevo para no decaer y creer que este país resurgirá  de sus cenizas, que sera mejor. Así como ella, debemos aprender a no perder la Fe, se dice facil…lo sé...pero no es imposible.



Tenemos que sentirnos maravillosos de adentro hacia afuera para poder brillar en medio del caos, porque la belleza interior jamás  podrá ser opacada por la anarquía física y energética del entorno. 


Finalmente, quiero que mis palabras hoy sirvan para reflexionar, para que podamos avanzar, protegernos para resistir e ir venciendo las contrariedades diarias, agruparnos para ayudarnos, compartir pequeños momentos de alegría para aliviar el espíritu, encontrar excusas para sonreír en las pequeñas cosas bonitas que nos rodean, agradecer y dar, ser austeros sin amargarnos por ello, asumirlo como una estrategia, como una herramienta.


Aprendiendo a necesitar menos, te das cuenta que no necesitas mucho mas para seguir…


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