QUERIDO NIÑO NO TAN NIÑO

Querido joven que hurgas en la basura a ti quiero escribirte hoy, sentimientos encontrados me asaltan cuando pienso en ti y en todos aquellos nuestros hermanos que en su día a día se resuelven buscando en los deshechos de otros, cualquier cosa que les permita obtener algún recurso…buscas comida, buscas envases de plástico, de vidrio, etc. No imaginas el dolor que siento, la tristeza que me invade, la impotencia que me paraliza. Tratar de ofrecerte una ayuda, un granito de arena a tu inmensa necesidad, es solo un paliativo, un pañito tibio, que no te saca de la miseria…, poder ayudarte, también a mí ya se me hace cuesta arriba, porque mis argumentos económicos igualmente se agotan, la crisis “provocada” nos ha tragado a todos los de la clase media, obrera, técnica y más aun a los pobres. La decencia ha sido desplazada, el mérito anulado, los ahorros evaporados. Rezo por cada venezolano que hoy sufre tanta tragedia inducida, tanto dolor provocado, le pido a Dios nos ayude a resistir, nos de fortaleza, nos de ilusión y esperanza.

Hoy te escribo para decirte que yo no soy culpable de tu tragedia, que hoy al pedirte que por favor, mientras revisabas no rompieras las bolsas, no regaras la basura, no te agredía, no era mi indiferencia a tu infortunio la que te hablaba, tan solo pedía no agregar más desastre al caos que nos embarga; de inmediato trasladaste tu enojo, tu rabia, hacia mí, reprochándome que yo si comía y vivía bien, que yo si tenía de todo y tú no tenías nada…quede atónita viendo a través de tus ojos el resentimiento acumulado, incluso temí que me golpearas con esa vara que batías en el aire haciendo saltar mis alarmas, el miedo me invadió al instante y decidí pasar de largo de tu desgracia y ponerme a buen resguardo de la violencia retenida que se te carcome el alma. Deje de inmediato de sentir empatía por ti, yo no soy culpable de tu tragedia, de tu vida, de tu destino…son otros, esos que han robado, que han dilapidado todo, que usándote como excusa y como argumento, han destruido todo, arruinando, expropiando, cerrando empresas, acabando con puestos de trabajo…son otros, los que han llenado las calles de basura, de moscas, de plagas, que te enferman a ti y a mí; son otros que se sienten como dioses reinando en la miseria, que te hacen doblegar el espíritu, que te hacen sentir, con falsos argumentos, que otros son los culpables de tu desgracia…no, querido niño no tan niño…yo no soy la culpable de que tus padres, quizás también demasiado jóvenes, sin expectativas ni ambición, decidieran quedarse a esperar dadivas y apoyar este magno desastre, a esperar que esos falsos profetas, le ofrecieran una bolsa de comida, una promesa de igualdad y bienestar, que no se puede otorgar por arte de magia, con una varita de hacer milagros.

Solo espero y deseo con toda mi alma, que el resentimiento no te gane…, que en tu camino personas buenas te demuestren que ganas más si abandonas las trincheras del resentimiento y dejas que la esperanza impregne tu corazón, veras como comienza a cambiar todo, poco a poco; sí puedes lograrlo, se de personas tan pobres como tú que lo lograron…no apartes la oportunidad por enojo, no desestimes un consejo que puede ayudarte a mejorar como persona, no contribuyas al caos que tanto daño ya nos hace, no dejes que el pretexto de tu pobreza descomponga tu alma, envenene tu corazón, extiende tu mano con amor y recibirás más de lo que esperas, no escondas tu nobleza.

Tal pareciera que la pobreza se impregna de soberbia y violencia, tal pareciera que se confunden de enemigo y esa sensación aterra…, demasiado veneno inoculado!

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