EN LA ACUARELA DE MI VIDA



Colgada en el cielo aún sigue la luna, eso nadie lo podrá cambiar; podrá cambiar la forma de mi  mirada cuando la salga a buscar, alegre, triste,  desconsolada o quizás enamorada, podrá cambiar el latir de mi corazón al encontrarla, mi piel podrá sentirla con pasión o tristeza, con alegría o desesperanza, pero siempre allí  estará, como una enamorada en su cita diaria. Podrá ella estar más brillante u oculta a mi ojos, sin embargo sabré siempre que allí estará. Así como el sol cada mañana que llega para besarla y verla  marchar al otro lado del planeta donde otros la esperan.

Hay cosas que nadie podrá cambiar en mi cotidianidad, el canto de los pájaros, las flores nuevas que abrirán, la mirada de mi mascota y su agitación cuando me ve llegar, los brazos que me cobijan, las canciones que me emocionan, las letras que me desbordan. No pueden cambiar mi familia, a pesar de que ahora nos separan kilómetros y mar, seguirá siendo mi familia estén donde necesiten estar;  los amigos que he ganado a lo largo de los años, mis tesoros de vida, nadie me los podrá quitar porque en mi corazón tienen su especial lugar. Así que, este terremoto que hoy me aturde la vida, que hoy cambia las cosas de su espacio habitual, que las rompe, que las arruga, no podrá quebrantar mi alma a pesar de su fuerza voraz.

Ohhh cotidianidad mía, como cuesta mantenerte, disfrutarte, modelarte, llenarte de antojos y de deseos, de ganas y risas, de sorbos de café en mi terraza esperando el amanecer, o simplemente de poesía…;las sorpresas grises son las que vienen y van, asustándome cada día y cada vez más, quieren quitarme su colorido, empañar la alegría, incluso quitarme mi estructura, esa que me da la divina rutina.

Dicen algunos que  la rutina es esa mala cosa que te mata lentamente, yo en cambio creo que  es la que me da estructura, soporte y la que me permite de cuando en cuando salirme de ella para aventurar, para crear, para proyectar sueños. Llamémosla como quieran, rutina, cotidianidad, práctica diaria, solo se extraña cuando un evento sorpresivo, generalmente negativo, nos saca de ella, de esa normalidad diaria: una muerte, una enfermedad, un despido, una ausencia dolorosa, un rompimiento. No acepto que sean unos delincuentes con poder los que pongan mi vida al revés, que quieran romper mis estructuras, mermar mis ingresos, alejarme de la alegría de compartir con mis hijos el día a día, dejarme sin amigos en las cercanías, los que no desean que respire tranquilamente, que camine sin miedo, que decida en mi libre albedrio.

Quiero en mi acuarela diaria, que  el sol y la luna sigan colgados, que el cielo azul sea más intenso y la noche tenga más estrellas, que  mi gato ronronee mimoso y mi perro me siga a todas partes, que el amor me encuentre de nuevo si quiere; quiero flores de colores y mariposas revoloteando en ellas,  borrare los espacios envilecidos que nacen como mala hierba y dibujare con mis pasos nuevos senderos y caminos entre cascadas de risas y buena mesa, quiero conectar con mis amigos en la distancia y comunicarme por telepatía coronaria con mis hijos, agudizar mi intuición y enriquecer más mi espíritu.

En mi acuarela seré montaña indestructible, seré agua sanadora, seré cimiento inamovible, seré brisa que refresca, piel que acaricia, seré flor y colibrí que la besa, el sol brillara sobre cada espacio de mi vida y la luna matizara mis sentimientos, seguirán colgados en el cielo dándome vida…la maldad queda desterrada de ella, no podrá penetrar la acuarela de mi vida.

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