SUEÑOS DE CARRUSEL
Ayer, esa mujer que tengo la fortuna sea mi Madre, me contaba sobre una mañana fr ía en la Galicia de su infancia en la que granizó, contaba de cómo los había sorprendido en la Plaza de su pequeño pueblo, a su hermana, su primo y a ella; de como corrían buscando un techo donde resguardarse de aquellas piedritas de hielo que caían con fuerza desde el cielo. Del frío que sentían que los hacia titiritar, de aquellos cuchillazos de dolor en las manos que no podían ser cubiertas con guantes sino por trapos mal envueltos, zapatos que no eran su talla y su vestimenta a rayas, cuadros y flores, en perfecta combinación cuando la pobreza diseña. Me contaba que no estaba jugando en la plaza, como podría yo suponer como cualquier otro niño, no, estaban allí porque pedían limosna. Eran tiempos de miseria, de guerras continuadas, propias y ajenas, de devastación y tristeza…Las manos mal envueltas, extendidas hacia la generosidad ajena, esperando u...