El último vuelo...




Era cerca del mediodía cuando recibí la llamada, no podía creerlo y entonces comprendí que lo que pasó temprano ese día tenía que ver contigo…

No podía ser de otra manera, entre las dos había una conexión especial, de esas que uno no puede explicar, en la que  nos presentíamos siempre. Recuerdo cuando te conocí, me parecías tan hermosa, dije  “mamá, mira esa señora alta que se mudó al lado, de dónde vendrá?”  Y claro,  venías de la capital, por eso vestías así y  caminabas con tanta elegancia! Para nosotros fue increíble poder ayudarte ese día en que te instalabas con tu esposo y tus hijos, yo fui la primera en querer agradarte, y sé que ese primer día me viste como la hija que querías tener.

Cada mañana, cuando esperaba el bus del colegio, me asomaba a tu ventana para saludarte, y te veía tan afanada preparando los teteros de tus pequeños hijos y tu cocina se inundaba en olores deliciosos. Sabías que llegaría porque sentías mi perfume, Aires del tiempo. Siempre me decías lo bella que estaba, lo bien que me quedaba mi cabello rubio trenzado con el  que trataba de esconder mis orejas, tu conocías de mis inseguridades, podía hablarte de mis complejos y me aconsejabas como afrontar mis miedos a los 11 años. Aprendí tanto de ti…

Me gustaba ver tu practicidad en la cocina, luego iba y le contaba a mamá, y como a mi corta edad también me toco afrontar responsabilidades, pues cuando era mi turno en la cocina, te imitaba. Me enseñaste a  preparar una torta blanca y el quesillo, eso lo aprendí de ti. En esos 6 meses del año que mamá debía ayudar a papá en el negocio, quedábamos en casa por las tardes solos mis hermanos y yo al regresar del colegio, pero sabíamos que tú estabas justo allí, al lado para cualquier cosa. Aquella residencia era pequeña y todos los vecinos éramos como una familia, pero tú, durante 6 meses del año, eras nuestro ángel guardián, tus 3 chiquillos adolescentes de al lado te enseñamos algunas cosas que te advirtieron sobre la adolescencia de tus hijos. 

Conforme crecía, aupabas todo lo que me gustaba, me acompañabas a comprar todos aquellos bellos papeles carta, stikers que adornaban mi diario, el libro de mis secretos que tú también conocías o el álbum de fotografía de mis aventuras y paseos. Ya en la Universidad, te contaba sobre mis enamorados y el miedo que me daba llevar mi primer novio “formal” a casa…jajajaja me defendiste cuando todos se enteraron que tenía novio porque chocaron mi carro a las 6 de la mañana cuando a  escondidas iba a buscarlo para irnos juntos a la universidad, intercediste por mí y así entro aquel chico en la casa, para papá no era fácil, cuando en su mente habían otros planes para su flor en tierras lejanas del medio Oriente; él te escuchaba!

El tiempo pasó y tú te mudaste a una linda casa, nosotros también, pero cada vez que podía te visitaba y junto a una deliciosa taza de café con leche cremoso, y con bellas melodías tocadas a   piano adornando nuestro mágico momento, nos contábamos todo…, mi vida ya casada, el nacimiento y la crianza de mis hijos, te sentías abuela también!!!! Me ayudaste a sobrevivir mis crisis, me sostuviste, me aconsejaste y te escuché…; me dolía ver que tu vida no era de rosas, que con valentía seguías adelante y aún tenías para dar a los demás. Merecías lo mejor, porque naciste princesa y te quisieron para Reina, sí, de Venezuela, porque eras bella…pero no te dejaron. 

Era asombroso como nos presentíamos, te venías a mi pensamiento y te llamaba y era que te sucedía algo, y así tu conmigo, era mágico, estábamos unidas más allá del tiempo, de nuestro tiempo, almas gemelas? Sí, no hay duda, veníamos de otro tiempo a éste nuevo tránsito y nos volvimos a encontrar.
Aquella mañana, entró un pájaro a mi cocina y rozo mi cabello, me asusté y de inmediato me maraville, me sentí bendecida, y pensé, esto tiene un significado!!!,  quedé expectante y hasta me eche a reír, alguien me dijo que tendría noticias…

Nuestra última conversación, apenas  días atrás, un  domingo,  fue sobre la pluma de un pájaro negro que habías recibido en una invitación, querías que nos reuniéramos con el grupo de amigas que teníamos, pero me advertiste que no fuera el siguiente sábado, pues tenías una fiesta y me hablaste emocionada sobre el traje que usarías y de esa hermosa invitación que habías recibido.

Al recibir la llamada, comprendí entonces que fue  tu alma que hizo presencia aquella mañana con aquel pájaro, supe que era tu alma que se despedía de mi… fue justo a  la hora de tu partida;  me regalaste un momento mágico para irte, como todos los que me diste en vida...

Fue tu último vuelo en esta vida…

Fuiste mi guía, mi confidente, mi amiga, cómo te echo de menos Carmencita.

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