Sobre el Puente de sustos y encanto
Disfrutando de la salida del sol en el Puente sobre el Lago de
Maracaibo, dos bellezas que se encuentran en un día de esplendor! Transitar tu
presencia elegante sobre mi amado lago y observar el espectacular amanecer en
el que el sol adorándolo, lo viste de dorado para decirle que se ha rendido a sus
pies, las sensaciones son múltiples, se
enaltece mi orgullo zuliano, Puente sobre el Lago siempre adornando mis
viajes, sean de placer o trabajo, es una emoción que solo se expresa en la
estrofa de esta gaita que todo zuliano canta a viva voz:
“Cuando voy a Maracaibo y empiezo
a pasar el puente siento una emoción tan grande que se me nubla la mente,
siento un nudo en la garganta y el corazón se me salta, y sin darme cuenta
tiemblo, sin querer estoy llorando …”
Qué marabino no ha sentido lo que esa nuestra gaita describe?
Esta obra magistral de Ingeniería, cumplió 53 años! Puente General
Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, tambien orgullo venezolano!!!, tenía yo 6 años y lo
recuerdo demasiado, tuve la dicha de ser
espectadora en primera línea,
asombrada e intimidada por esa carretera que sobre el lago se imponía, con esas
altas torres que yo desde la baranda veía,
la emoción de propios y extraños caminando sobre él, el día de su estreno; era solo una parte
de lo que pretendía ser, como todo en este país, se quedó en proyecto y en el bolsillo de otros; los siguientes
fines de semana, fue el paseo obligado de domingo en el impala azul de mi papa,
antes de los helados, pasábamos el puente, sintiendo la brisa en la cara y
viendo los buchones surcar el cielo azul, las pequeñas piraguas de los
pescadores y los grandes buques tanqueros
que venían por nuestro petróleo. De regreso, la mirada se quedaba clavada en la
costa occidental del lago, donde Maracaibo se rendía a su Lago, un perfil urbano sin mucho
altibajo, eran pocos los edificios altos en ese entonces.
Luego de eso, el siguiente año, por cosas de la vida mi padre nos envió
a España donde estuvimos por un año, éramos
los americanos que visitábamos el hermoso pueblo de La Guardia, en Galicia, los
que veníamos de la tierra del petróleo; mi mama parecía Jaqueline Kennedy con su estilo y su peinado, ya no era más
aquella chica pueblerina que salió en barco al nuevo continente, buscando horizontes
de esperanza y trabajo.
Recuerdo, como si fuera ayer, la trágica noticia que recorrió el mundo,
un 6 de abril del año 1964, estábamos en
el salón de la casa de mi abuela, nos tocó vivir el horror lejos del terruño:
ha caído el puente sobre el Lago de Maracaibo, un tanquero de la Compañía
Creole cargado de 262 mil barriles de oro negro chocó con la pila 31 del
gigante de mi charco…, eso provocó el llanto de mi madre de inmediato, y yo
morí de miedo…un miedo que no me abandonó por muchos años, saquen cuenta, hasta
que tuve a mi primer bebé!!!!!!! Siiiiiiii, esa noticia me marcó por años.
El puente fue reconstruido, la empresa cubrió todos los gastos, las 7
personas que murieron se convertían en las primeras víctimas del majestuoso
coloso de concreto. A nuestro regreso, y
luego de 8 meses de reconstrucción, mi papa nos invitó al famoso paseo y yo me
privé de miedo!!!!!!! Noooooo, noooooo yo
no quiero papa, se va a caer de nuevo!!!!! Y a partir de ahí, lo pasaba
pero el nudo no era en la garganta, el nudo era en el estómago y los gritos del
silencio en mi garganta, haciendo pucheros y cerrando los ojos, hasta que la
serpiente de 9 kms me tragaba. Luego de adolescente y joven, lo simulaba, solo
el corazón sabia de él y gracias a Dios no lo transitábamos tanto; cuándo
aprendí a manejar, el gran reto fue pasarlo…, vencí el miedo al volante, ya me
preocupaban mas otras cosas, pero jamás sola, alguien tenía que ir a mi lado,
no necesariamente un hombre jajajajaja como una de mis amigas queridas: “… si
no es con un hombre al lado yo no lo paso…” jajajajaja aún me río al
recordarlo.
Al pasar los años, cuando fui
madre, se convirtió en casi rutina pasarlo, pues cada fin de semana largo era
la excusa perfecta para irnos a la playa o a los Andes, y entonces, ya no le temía, la maravilla de su existencia
volvía a atraparme, comencé a apreciar de forma diferente el paisaje, el
amanecer sobre el lago, el atardecer al regreso, con ese contraluz que baña la
ciudad entera ahora de perfil de grandes altibajos, que como una sultana se
presenta rendida a los pies de su lago amado...a veces tan quieto que parece de
seda y a veces tan inquieto que nos impresiona.
Completo así la historia en mi cabeza.... Le faltaba la parte anterior a mi y la parte anterior a mi memoria
ResponderEliminar