EL MENSAJE
Estaba de visita en aquel lugar
tan lleno de magia colgada en las
paredes y sobre los muebles, en donde las horas transcurren sin pesar, entre
abrazos y risas. Cada vez que
llego, logro desconectar mi mente de las angustias cotidianas, la música me
envuelve y los aromas de la cocina me alegran.
Es uno de nuestros puntos de encuentro que atesoramos. Sin embargo,
aquel día, mientras transitaba por el
largo pasillo para llegar al baño, un sonido, seco, hueco, llamó mi atención. Provenía
de la mesa bellamente adornada donde reposa la Biblia abierta sobre el
majestuoso atril de madera. Es un rincón acogedor de la casa, custodiado por
querubines de madera y porcelana de expresión candorosa, hermosos candelabros con velas blancas
encendidas. Revisé para ver si algo se había caído, pero no había nada fuera de
lugar así que me limité, como siempre lo hago cada vez que una biblia abierta
se presenta ante mí, a leer lo que por antojo divino me ponen por delante. Siempre
pienso, que esa lectura tiene un mensaje especial para mí cuando así sucede o
una respuesta a alguna inquietud del momento.
Regresé al salón, donde seguíamos
la sabrosa tertulia de aquella noche y enseguida me atraparon de nuevo las
risas.
Cuando llegué a casa y por fin
apoyé la cabeza en la almohada, volvió a mí la escena del pasillo y mi
encuentro sorpresivo con la Biblia, tratando de encontrar entre las líneas de
la lectura “sugerida” alguna respuesta a las tantas preguntas que me hago en la profundidad
de la noche en la soledad de mi cama. Yo
creo en las señales, esas que te avisan sobre las cosas buenas y malas que están
por sucederte, y a lo largo de mi vida vaya que he tenido oportunidades de
verlas, sentirlas, escucharlas, a veces como una voz interior que te
intranquiliza, que te agita, y que si tratas de ignorar se hace incisiva…señales
que vienen de otro plano y que se manifiestan siempre a tu favor, bien sea para
protegerte, avisarte o guiarte.
Pasaron varios días antes de
volver a ese lugar para otro encuentro de amigos, y de nuevo, esa noche, mi tránsito por ese pasillo se vio
sorprendido, esta vez, asombrosamente las hojas del libro sagrado, pasaron una
a una, como si una ligera brisa soplara sobre él…, quedé atónita, y al mismo tiempo algo me recorrió toda erizando mi piel, sintiendo
mi cuello desnudo, mi espalda expuesta. Me paralicé, quería correr, pero mis
pies tenían grilletes, no podía moverme…quise gritar y mi voz no se escuchaba…estaba
ahí sola, me sentí dentro de un profundo
silencio y los que a pocos metros de mi estaban, no me escuchaban. Qué es esto? Qué quieres decirme? Y comencé a
orar para aquietar los latidos de mi corazón. Lentamente fui calmándome y pude
moverme, quise retroceder pero algo inexplicable me atraía hacia ella,
temblorosa me acerqué y las hojas ya no se movían…un resplandor me indicaba el
mensaje, un aroma tenue a rosas invadió el lugar y entonces ya no sentí más
miedo y claramente entendí el mensaje que cambió mi vida en ese instante.

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