SUEÑOS DE CARRUSEL
Esa
increíble mujer que tengo la fortuna sea mi Madre, me contaba sobre una mañana fría en la Galicia de su
infancia en la que granizó, contaba de
cómo los había sorprendido en la Plaza de su pequeño pueblo, a su hermana, su
primo y a ella; de como corrían buscando
un techo donde resguardarse de aquellas piedritas de hielo que caían con fuerza
desde el cielo. Del frío que sentían que los hacia titiritar, de aquellos cuchillazos de dolor en las manos
que no podían ser cubiertas con guantes sino por trapos mal envueltos, zapatos que no eran su
talla y su vestimenta a rayas, cuadros y flores, en perfecta combinación cuando
la pobreza diseña. Me contaba que no
estaba jugando en la plaza, como podría yo suponer como cualquier otro niño,
no, estaban allí porque pedían limosna.
Eran tiempos de miseria, de guerras continuadas, propias y ajenas, de
devastación y tristeza…Las manos mal envueltas, extendidas hacia la generosidad
ajena, esperando una limosna, a veces entregada con repugnancia e indolencia,
otras con caridad y tristeza…
Cierro
mis ojos, y trato de verla, con su carita de timidez extrema, la trasformo en
niña y visualizo su inocencia, su miedo, su
indefensa y frágil naturaleza y siento que mi corazón con dolor profundo se agita en mi pecho, tomando conciencia
de que esa mujer que me ha dado todo, desde mi ser, hasta mi esencia, a pesar de
una infancia de tantas carencias,
no perdió la calidez de su alma, convirtiéndose en un ser desprendido,
caritativo, justo, esplendido, que entrega su amor sirviendo porque las
caricias le son ajenas, que manifiesta gran sabiduría sin títulos ni grados de
sapiencia. Que no olvida su origen, pero
para que la humildad jamás se vaya de su alma y el resentimiento no haga
presencia.
Me
enseñó, que la vida da vueltas, que hoy
estás arriba y mañana, sin avisarte,
puede que la miseria toque tu puerta
y que en ese momento recogerás la
caridad que con amor sembraste, los amigos que con sinceridad regaste y
a tu lado permanecerá sólo lo inmaterial que atesoraste. Me enseñó, a
conmoverme con el dolor ajeno, a creer, a confiar, a dar sin esperar, a amar
con todo, defectos y virtudes, a aceptar la realidad aunque no me guste, a
convivir con ella y esperar siempre que todo pasa y que siempre habrá un
mañana. A ser fuerte, perseverante, insistente, a no flaquear ante pequeñeces y
enfrentar los problemas de frente; asumir con amor las tareas diarias y a
conformarme con lo que tengo cuando no se puede esperar más. También me enseño
que si estudiaba, el conocimiento sería mi mayor tesoro, algo que nadie me
podría arrebatar, que el estudio me abriría puertas y alejaría mis miedos.
Me
pregunto qué significa éste antes y éste ahora, esos recuerdos y las vivencias del presente. Mi Madre nació en tiempos de guerra, hoy día,
ella de nuevo y yo ahora, vivimos tiempos de
tiranía, separación y pandemia.
Mi
país transita tiempos de miseria, todo lo que ella me enseñó y me dio, me permitió
afrontarlo con entereza, con esperanza, con ingenio, con valor. En cada niño
que veía con la mano extendida, la veía a ella, cada niño que me pedía un
pedazo de pan me recuerda su hambre, su tristeza y solo siento un nudo en la
garganta que duele y los ojos que no aguantan las lágrimas. La impotencia se
apoderaba de mí, la desesperanza también quería…
Jamás
he estado lejos de ella por tanto tiempo, hace un año nos vinimos a España
juntas, huyendo de tanto sinsabor; vine
a trabajar y sacar adelante un sueño que en Venezuela tuvo que acabar por
tantas inseguridades, personales y jurídicas,
privaciones, etc. Ella se resistía a retornar a una España que le negó
tanto.
Al
mes y medio se regresó…yo me quede.
Ahora
vivimos tiempos de coronavirus, ella allá, en un pais con tantas carencias y yo
aquí, en el primer mundo, en un pais que me da algo de garantías. Entro en pánico
de pensar le suceda algo a sus 85 años, con este confinamiento, sin vuelos, sin
posibilidad de movernos, y ella queriéndose venir. No podemos estar ya más tiempo
separadas, no quiero estar lejos de ella, es mi pilar, y yo soy su seguridad.
Cierro
los ojos y sueño…veo una plaza llena de
niños con globos multicolores, carritos
de helados con el tilín de sus campanas adornando el aire que me envuelve,
palomas que revolotean entre sus pequeños pasos, recogiendo las migas del dulce
que su alegría va derramando…, veo un carrusel hermosamente decorado con
caballitos encopetados que alegres esperan a sus pequeños invitados, y quizás a
algunos enamorados que vuelven a soñar; veo que los abrazos regresaron, los
besos, las terrazas llenas escribiendo nuevas historias, todos disfrutando al
sol, sin temor. Veo que vuelven los labios en tonos de rosa, coral o rojos carmesí,
sonrisas al viento sin miedo. Que volvemos a transitar, eso sí, más ligeros, la
pandemia se llevó las banalidades, las hipocresías, los disimulos, las
apariencias…
Escucho
el agua de la fuente…escucho el canto de los pájaros, la primavera ha llegado.
Sueño
que me despierto y estoy en ese carrusel riéndome con mamá a mi lado.
#nuestrosmayores
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